Cae un mito: que te duelan las articulaciones no significa que vaya a llover, aseguran expertos de Sidney
El reuma no está relacionado con la lluvia ni con el frío. Sin embargo, un estudio científico descubre ahora la vinculación de determinadas condiciones atmosféricas con una enfermedad que afecta a 800.000 españoles y españolas.
En alguna ocasión, seguramente hayas escuchado a algún familiar vaticinar lluvia o una brusca caída de las temperaturas argumentando dolores en las muñecas, la espalda o las rodillas. Una manera, sin duda singular, de pronosticar el tiempo y que, en realidad, es un mito.
La revista médica Seminars in Arthritis and Rheumatism ha publicado un estudio realizado por el Instituto de Salud Musculoesquelética de Sydney, en Australia, liderado por la profesora Manuela Ferreira, que ahonda en el impacto del clima sobre los síntomas de afecciones musculares y articulares. Sus conclusiones cuestionan esa creencia popular.
La investigación ha requerido la participación de 15.000 pacientes aquejados de osteoartritis de rodilla o cadera, dolor lumbar y artritis reumatoide. Y no han encontrado ninguna conexión relevante entre la mayoría de los dolores musculares y articulares y los cambios de tiempo.
Los enfermos de gota, atentos al calor
Sin embargo, los trabajos sí han servido para vincular los brotes de gota con un escenario climático de altas temperaturas y baja humedad.
La gota es una enfermedad metabólica que provoca ataques repentinos e intensos de dolor, inflamación, enrojecimiento y sensibilidad en las articulaciones, especialmente en el dedo gordo del pie.
Una enfermedad que en España afecta al 2,4% de la población, es decir, a cerca de 880.000 personas, según datos de la Sociedad Española de Reumatología (EPISER).
Se presenta en forma de episodios bruscos de dolor intenso e hinchazón de una articulación, constituyendo una de las causas de artritis aguda. El episodio agudo, sin tratamiento, dura varios días. También puede producir incapacidad funcional y cólicos nefríticos, según los expertos de la Universidad de Navarra.
Esta patología está causada por la acumulación de cristales de ácido úrico, un producto de diseño que se forma cuando el cuerpo descompone las purinas, sustancias que se encuentran naturalmente en algunos alimentos.
Principalmente en vísceras, marisco, carnes rojas, embutidos o pescados grasos y, en menor medida, en verduras como espinacas, espárragos o champiñones. Cuando estos cristales se incrustan en las articulaciones, se produce la inflamación y el dolor agudo característico de esta enfermedad.
Ahora se cree que la deshidratación asociada a determinadas condiciones atmosféricas, incrementa la concentración de ácido úrico, intensificando los síntomas de la gota.
Otras enfermedades ligadas a la meteorología
Aunque no sea el caso de las enfermedades articulares, el clima sí puede influir en una variedad de patologías. Estas son las más importantes:
Enfermedades respiratorias
Las variaciones en la temperatura y la humedad pueden afectar la prevalencia y la gravedad de enfermedades respiratorias como el asma, la bronquitis y la neumonía. Los cambios estacionales, la calidad del aire y la presencia de alérgenos pueden desencadenar o empeorar los síntomas respiratorios.
Enfermedades transmitidas por vectores
Un determinado clima también puede influir en la proliferación, distribución y la actividad de insectos, como moscas, mosquitos, pulgas o garrapatas, que actúan como vectores de algunas enfermedades.
Es el caso del dengue, la malaria, la fiebre de Zika, la de Mayaro, la enfermedad de Lyme, la peste bubónica o la tripanosomiasis africana, también conocida como enfermedad del sueño.
Enfermedades transmitidas por alimentos y agua
Las condiciones meteorológicas, como las temperaturas más cálidas, pueden promover el crecimiento de bacterias, virus y algas en alimentos y agua, lo que aumenta el riesgo de padecer enfermedades como la salmonelosis, la gastroenteritis y la hepatitis A.
Enfermedades relacionadas con el calor
Las olas de calor pueden dar lugar a posibles trastornos peligrosos e incluso mortales si no se tratan adecuadamente. La forma más grave de lesión de este tipo es el 'golpe de calor', que puede ocurrir si la temperatura del cuerpo supera los 40°C.
El golpe de calor requiere tratamiento de urgencia para evitar que se produzcan rápidamente daños en el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos.
Enfermedades infecciosas emergentes
Son aquellas que amplían su territorio de prevalencia a causa del cambio climático. Por ejemplo, es el caso de la fiebre del Nilo Occidental, que es transmitida por un mosquito, principalmente el de la especie Culex perexiguus.
En Andalucía, ya se ha generado una alerta por el importante aumento de la densidad de mosquitos transmisores del virus VNO, que cursa con dolor de cabeza, fiebre alta, rigidez en el cuello, desorientación, temblores, convulsiones o parálisis, y que es potencialmente mortal.
Pero hay otros vectores que también están distribuyéndose por zonas cada vez más amplias hacia el norte a causa del calentamiento global, llevando así algunas enfermedades a lugares donde antes no existían.
Y es que, los cambios del clima están prolongando las estaciones de transmisión de enfermedades, alterando su distribución geográfica y modificando su incidencia y severidad.
Una evaluación llevada a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el cambio climático causará anualmente unas 250.000 defunciones adicionales entre 2030 y 2050. De ellas, 38.000 serán por exposición de personas ancianas al calor, 48.000 por diarrea, 60.000 por paludismo y 95.000 por desnutrición infantil.