De villanos a héroes: la industria de los videojuegos puede ayudarnos a vencer al cambio climático
Los videojuegos no son neutrales con el ambiente: su cadena de consumo genera emisiones de gases de efecto invernadero… ¡pero también le pueden hacer frente a la crisis climática!
Como cualquier producto electrónico, los videojuegos y su industria asociada requieren de complejas cadenas de suministro que se basan en la minería de metales y tierras raras, la producción de plásticos y sistemas de producción complejos que generan grandes emisiones de carbono.
En forma proporcional a la diversión que suministran, las consolas y toda la industria de los juegos utilizan mucha energía a la vez que generan emisiones que motorizan el cambio climático. Según una investigación, la huella de carbono de la industria de los juegos es responsable de más de 81 millones de toneladas de emisiones tan sólo en 2022, el equivalente a lo que emiten 2 millones de autos a lo largo de toda su vida útil.
De 1 a 1024 bits en 9 generaciones
En 1958, un físico que participó en el desarrollo de la bomba atómica, basándose en un programa para el cálculo de trayectorias y un osciloscopio, desarrolló Tennis for Two (tenis para dos), un simulador de tenis de mesa. Sin saberlo, William Higginbotham, quien luego se transformara en un activista antinuclear, se convirtió en el padre de los videojuegos.
Desde entonces a la fecha, los videojuegos pasaron por diferentes etapas hasta convertirse un elemento esencial en el mundo del entretenimiento, una industria que mueve 1.2 billones de dólares al año.
Pero esa popularidad ha generado numerosos problemas vinculados a una gran variedad de amenazas ambientales que si bien son similares a otros dispositivos electrónicos, los consumidores de videojuegos son uno de los sectores más comprometidos con el cuidado y la protección del ambiente, por lo que los fabricantes están preparados para satisfacer las exigencias ambientales de sus clientes.
Una consola como la PS5 consume alrededor de 220 vatios por hora, equivalente a un televisor LED de 50”, una heladera con freezer y una planchita de pelo encendidos al mismo tiempo. Sólo en los Estados Unidos, las videoconsolas consumen unos 34 teravatios-hora de electricidad al año, lo que supone unos 24 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono, el equivalente a las emisiones anuales de 5 millones de autos.
Si bien las mejoras incorporadas en las nuevas consolas incrementan su eficiencia energética, las nuevas funciones añadidas y las mejoras de rendimiento suelen consumir ese ahorro. A ello se debe sumar la obsolescencia de diseño que presiona a su sustitución con mayor frecuencia, generando problemas de residuos.
Acción climática en una consola
En todo el mundo, una de cada tres personas juega a videojuegos. Es un público atractivo para transmitir mensajes sobre la crisis climática y otras amenazas planetarias, y por ello en 2019, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lanzó junto a la industria de los videojuegos, la Alianza Jugando por el Planeta, en la que más de 50 empresas del sector involucran a más de 130 millones de jugadores en todo el mundo, se han unido para incorporar temas ambientales en sus juegos.
Estas acciones en los juegos repercuten de manera efectiva en el comportamiento del mundo real. Sam Barratt, Jefe de Educación, Juventud y Promoción del PNUMA, señaló que el juego Fortnite recaudó 170 millones de dólares en apoyo para Ucrania.
Algunos de los mayores desarrolladores del mundo están lanzando juegos y activaciones de temática verde. Pac-Man salió con un tema de reforestación, en tanto que Pokémon GO permitía a los jugadores equipar a sus personajes con ropa temática por el Día de la Tierra. Otros títulos destacados son June's Journey, en el que los jugadores pueden comprar decoraciones de árboles en el juego, que el desarrollador se compromete a igualar plantando un árbol en el mundo real. Una activación en el juego de rompecabezas Monument Valley 2 permite a los jugadores conocer la importancia de los árboles, incitándolos a apoyar una petición de conservación de los bosques llamada Play4Forests.
Impulsos digitales para la sustentabilidad
También las empresas tecnológicas han adherido al compromiso con el ambiente. En 2021, Google Flights empezó a proporcionar a los viajeros estimaciones de su huella de carbono. Amazon etiqueta los productos que son respetuosos con el medio ambiente. Muchas empresas exhiben con orgullo en sus páginas web, su compromiso con el planeta.
Los expertos afirman que estos impulsos digitales son cruciales en un momento en el que el mundo se enfrenta a una crisis ambiental, motivando a que los consumidores tomen mejores decisiones al elegir las empresas que adoptan prácticas sostenibles.
Sólo modificando nuestras prácticas de consumo, podremos frenar la crisis climática. Y lo podemos hacer jugando.