El impacto ambiental de comprar por internet... ¿es bueno o malo para el planeta?
Comprar en línea puede ser una opción más respetuosa con el ambiente que una compra tradicional... ¿o no? Analizamos los pros y contras del comercio electrónico.
El comercio electrónico se ha convertido en una parte indispensable del mercado minorista global. Cerca del 90 % de la población mundial admitió haber comprado en Internet en plena pandemia (2020), y los ingresos procedentes de las ventas online se situaron alrededor de los 4.200 millones de dólares; y esa cifra fue aún mayor luego de la apertura de los comercios, indicio de que este cambio en los hábitos de compra se puede considerar definitivo.
En la actualidad, el comercio electrónico supone el 20 % de todo el comercio minorista mundial, creciendo sin pausa desde un 7 % en 2015, con proyecciones que indican que crecerá hasta el 24 % para 2026. Se estima que en 2024 las compras en tiendas en línea sumarán casi 7.000 millones de dólares y que 1 de cada 3 personas en el mundo comprarán por internet.
Ahora bien, y considerando que gran parte del planeta está preocupado por la crisis climática y el cuidado del ambiente… ¿es bueno o malo para el planeta comprar en línea?
Impacto del comercio electrónico en el ambiente
Muchos pensamos que la comodidad de las compras online es difícil de superar y la definimos como la forma preferida de compra, pero al pensar que esta modalidad utiliza muchos recursos, nos genera dudas si la comodidad es preferible al impacto ambiental.
Pero mejor veamos paso por paso, cuales son los impactos positivos o negativos del e-commerce.
Emisiones de logística y transporte
Un estudio del MIT halló que las compras en línea podrían ser más sostenibles que las compras tradicionales en más del 75 % de los escenarios analizados. Otros estudios indicaron que, al reducir los desplazamientos de vehículos privados, la compra en línea disminuye las emisiones de CO2 en un 35 % respecto de la compra física.
El transporte de mercancías es responsable de una gran parte de las emisiones de CO2 generadas por el comercio electrónico a nivel global. Un estudio realizado por la Universidad de Michigan indica que el transporte de mercancías es responsable del 7 % de las emisiones globales de CO2, mientras que datos de Clean Mobility Collective señalan que sólo las emisiones de última milla (el tramo final del envío) de las seis mayores empresas logísticas del mundo, son de aproximadamente 4,5 megatoneladas de CO2, lo que equivale a las emisiones de CO2 de 600.000 hogares estadounidenses durante todo un año. Este estudio también concluye que la última milla representa hasta la mitad de las emisiones totales de carbono del reparto.
La optimización de la red de distribución, mediante la implementación de sistemas de gestión de flotas más eficientes, la inversión en vehículos eléctricos y la consolidación de rutas de entrega, pueden reducir la huella de carbono asociada con las compras en línea hasta en un 30 %.
Embalajes
¿Cuántas veces nos hemos asombrado por la cantidad de material de embalaje en algún pedido?
Evidentemente, los comerciantes en línea suelen priorizar la integridad del envío por sobre la sostenibilidad, lo que resulta en un uso excesivo de envoltorios de plástico, material protector y cajas de cartón. Esto genera dos efectos: un mayor volumen de residuos (afortunadamente la mayoría son reciclables), y también aumenta la huella de carbono de la compra.
De acuerdo con Canopy, un grupo de conservación forestal, todos los años se talan unos 3 mil millones de árboles para producir 241 millones de toneladas de cajas de envío, sobres de cartón, envoltorios de relleno y otros envases a base de papel.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), indica que el mundo produce alrededor de 430 millones de toneladas métricas de plástico nuevo cada año. Menos del 10 % de los residuos de plástico se han reciclado, y el resto se quema o acumula en vertederos o en la naturaleza, donde persistirán durante siglos.
Residuos electrónicos
Junto con la innovación tecnológica, hemos visto la aparición de una nueva categoría de residuos: los electrónicos o e-waste. La obsolescencia programada y las rápidas actualizaciones tecnológicas aumentan el flujo de desechos electrónicos. Es indispensable la clasificación adecuada y el óptimo reciclaje de estos residuos para minimizar su impacto ambiental.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que en el mundo se generan 40 millones de toneladas de residuos electrónicos al año. Se calcula que el volumen de este tipo de chatarra está creciendo entre un 16 % y un 28 % cada cinco años, casi el triple del crecimiento de los residuos domiciliarios.
Los residuos electrónicos son altamente contaminantes: además de los componentes plásticos, que pueden acabar en las aguas de ríos y mares; contienen sustancias nocivas como fósforo, mercurio, cadmio o bromo. Los minerales de la batería de un 'smartphone' podría contaminar más de 600.000 litros de agua, aproximadamente el agua que consumen en promedio más de 3000 argentinos por día.
Devoluciones y “entrega rápida”
En la medida que más vendedores grandes y pequeños, ofrecen la opción de devolver productos fácilmente y en forma gratuita, se han disparado las tasas de devolución, llegando a ser más de un tercio de los compradores online que devolvieron un artículo. Las devoluciones implican un doble transporte y hasta pueden requerir su eliminación en lugar de su reventa, con consecuencias desastrosas para el medio ambiente.
Se ha observado un aumento exponencial en las entregas rápidas, lo que ha dado lugar a un significativo incremento en las emisiones de CO2 porque por lo general, se requiere de un envío diferenciado para los plazos de entrega más cortos, aumentando su impacto ambiental.
¿Mejor o peor para el planeta?
Tenemos en claro que el comercio electrónico está ganando preferencia en el consumidor porque es rápido, cómodo y a veces hasta más barato. Pero no todos los compradores consideran el impacto ambiental de esta modalidad.
De hecho, muchos dan por sentado que, en cuanto a emisiones, es mejor comprar online que acudir al punto de venta más cercano. Sin embargo, la respuesta a esta pregunta no es tan simple, ya que la huella ambiental del comercio electrónico depende de muchas variables, algunas de las cuales mencionamos anteriormente.
De lo que debemos ser conscientes es que no hay actividad humana alguna que no genere un impacto ambiental, dado que es imposible vivir sin consumir recursos.
El comercio electrónico puede ser positivo para el planeta… y podemos hacer que sea mucho mejor aún, si contamos con el compromiso de todos los actores involucrados, incluyendo desde luego, a los compradores.