Festival Shibazakura: donde la belleza floral de la primavera japonesa se encuentra con el monte Fuji

Cada primavera, un rincón de Japón se transforma en un tapiz vivo de colores que parece sacado de un sueño. Se trata del monte Fuji. Explicamos a qué se debe esta transformación.

Monte Fuji
El Festival Shibazakura es una celebración floral que pinta de fucsia las faldas del monte Fuji

Cada primavera, Japón se convierte en un escenario de ensueño, donde la naturaleza y la tradición se entrelazan en un espectáculo que atrae a miles de visitantes. Uno de los más destacados es el Festival Shibazakura, una celebración floral que pinta de fucsia las faldas del monte Fuji, ofreciendo una de las postales más emblemáticas del país.

Este evento no solo es una oda a la belleza estacional, sino también un homenaje a la dedicación de un hombre y a la armonía con la naturaleza.

Un jardín nacido del esfuerzo personal

La historia del festival comienza tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Nakahachi Suekichi, residente de Ōzora, recibió como obsequio unas flores llamadas shibazakura. Estas pequeñas plantas de la familia Polemoniacea, conocidas por su parecido con los pétalos de los cerezos, lo cautivaron de inmediato. Las cultivó con esmero y, tras décadas de dedicación, transformó su jardín en una alfombra floral que no pasó desapercibida.

Tanto fue así que la Corporación Pública de Gestión de Aguas Termales de Motokoyama le pidió a Suekichi que expandiera su creación y diseñara un parque para disfrute público. Con herramientas simples y tirando de un remolque con su bicicleta, cultivó a mano toda una colina durante ocho años. Hasta su fallecimiento en 2009 cuidó cada rincón del jardín, tarea que hoy continúa un equipo que mantiene viva su esencia sin pesticidas, solo con trabajo manual.

Un espectáculo natural con el Fuji como telón de fondo

El Festival Fuji Shibazakura, que este año celebra su 25ª edición, se ha convertido en un evento emblemático del calendario japonés. El nombre "shibazakura" proviene de la combinación de "césped" (shiba) y "cerezo" (sakura), por el efecto visual que crean estas flores: un tapiz rosado que recuerda al sakura, pero cubriendo el suelo en lugar de los árboles.

Monte Fuji
El nombre "shibazakura" proviene de la combinación de "césped" (shiba) y "cerezo" (sakura)

La colina se convierte en una alfombra multicolor que va del blanco al rosado intenso y llega hasta el morado. Uno de los atractivos visuales más curiosos es la figura de una vaca dibujada con flores, llamada Nonkī kun, que representa la tradición ganadera de la región.

Mucho más que flores

El festival no se limita a la contemplación floral. Los asistentes pueden disfrutar de diversas actividades como montar en karts, observar peces de colores en un estanque de pesca o deleitarse con la gastronomía local. El producto estrella es el Shibazakura Soft Cream, un helado de color rosa hecho con leche fresca local.

Para quienes buscan experiencias más contemplativas, hay un camino que lleva hasta un mirador con torii rosas, portales tradicionales japoneses que marcan la entrada a un lugar sagrado. El esfuerzo de subir las escaleras se ve recompensado con una vista panorámica del monte Fuji y del campo de shibazakura. Aquellos con movilidad reducida pueden optar por un pequeño vehículo turístico.

Más arriba se encuentra el santuario sintoísta Yamatsumi, dedicado al dios de la montaña. Allí, entre naturaleza y espiritualidad, los visitantes pueden sentir la conexión profunda que existe entre la cultura japonesa y su entorno natural.

Ubicado a poco más de una hora de Tokio, el festival es de fácil acceso. Desde la estación de Shinjuku se puede tomar la línea JR Chuo hasta Otsuki, continuar en la línea Fujikyu hasta Kawaguchiko y luego tomar otro tren de unos 35 minutos que lleva directamente al lugar del evento.