De la mitología al chocolate: la evolución del Conejo de Pascua a lo largo de la historia
Con la llegada de Pascua, góndolas en supermercados y tiendas se llenan habitualmente de huevos de chocolate, aunque también es común ver figuras de conejos. ¿A qué debe su origen este fenómeno cultural?
Los huevos han sido durante mucho tiempo un símbolo de renovación y resurrección en muchas culturas antiguas. En la antigua Roma, por ejemplo, eran regalos de año nuevo que simbolizaban la fertilidad y el renacimiento. En la tradición cristiana, se han asociado con la resurrección de Jesucristo y el renacimiento espiritual que representa la Pascua, fiesta central de esta religión en la que también, desde hace ya un tiempo, tienen protagonismo los conejos.
Por su parte, el conejo de chocolate también se ha convertido en un símbolo icónico de la temporada de Pascua en muchas partes del mundo, convirtiéndose en una deliciosa golosina que se disfruta tanto por niños como por adultos durante esta festividad.
La historia del Conejo de Pascua
El conejo de Pascua es un personaje del imaginario popular que, según la leyenda, trae canastas llenas de huevos de colores y dulces a los hogares en donde habitan niños durante las noches entre el Sábado Santo y el Domingo de Pascua.
Su fama en cierta época del año ha logrado que tenga algunas similitudes con la figura de Papá Noel, ya que ambos traen regalos a los niños. De acuerdo a un acervo bibliográfico sobre el tema, el conejo de Pascua se menciona por primera vez en la obra de Georg Franck von Frankenau titulada como "De ovis paschalibus" (Acerca de los huevos de Pascua) en el año 1682. Allí se refiere a una tradición de Alsacia de una liebre que trae los huevos de Pascua.
¿Por qué su figura es representativa de estas fechas?
La tradición de usar conejos de chocolate en Pascua tiene sus raíces en varias costumbres y símbolos que se han entrelazado a lo largo de los siglos. El relato más contundente que podríamos mencionar, y del cual después se desarrollan otras historias y teorías, es que el conejo ha sido elegido y consolidado como figura representativa gracias a su potente capacidad de procreación, una condición natural que también ha marcado un gran valor simbólico en una temporada de fiestas dedicadas a la fertilidad de la tierra tras el invierno.
De allí deriva la idea de que se trata de un símbolo pagano y cristiano que ha sido endiosado en antiguas celebraciones de fertilidad: la llegada de la primavera y la celebración de la fertilidad son temas comunes en muchas culturas antiguas que celebraban -y hasta nuestros días lo hacen- el equinoccio de primavera.
En la antigua mitología germánica, la diosa de la primavera, Eostre (o Ostara), era a menudo representada con un conejo. Con la llegada del cristianismo, las festividades paganas fueron adaptadas y absorbidas en las celebraciones cristianas de Pascua, lo que llevó a la asociación del conejo con la resurrección de Jesús.
Con el paso de los años, más precisamente en el siglo XIX, la tradición de los huevos de Pascua y los conejos de chocolate se popularizó en Estados Unidos especialmente a través de la influencia de los inmigrantes alemanes. En la cultura alemana, el "Osterhase" (conejo de Pascua) llevaba huevos decorados y dulces a los niños en Pascua.
Esta asociación entre el conejo y la celebración de Pascua se consolidó aún más a través de la publicidad y la comercialización de productos de temporada: en el siglo XX, los fabricantes de chocolate comenzaron a producir conejos de chocolate como parte de su línea de productos de Pascua.