La ciencia confirma que la calabaza no es una verdura: ¿será una fruta?
Popularizada como verdura en sopas, guisos y hasta decoraciones de Halloween, su verdadero perfil biológico no encaja tan fácilmente en esta categoría. ¿Qué dice entonces la ciencia sobre este peculiar alimento?
Aunque en la mayoría de las cocinas del mundo la calabaza se ganó un lugar entre las verduras, científicos y nutricionistas replantearon esta clasificación y se preguntaron si efectivamente se trata de una fruta. Esta confusión tiene un origen más complejo de lo que parece, porque más allá de las recetas tradicionales, la calabaza guarda en su composición y en su estructura biológica una historia bastante misteriosa.
Según la botánica, una fruta proviene del ovario maduro de una planta y contiene semillas, cualidades que se ajustan exactamente a la estructura de la calabaza. A diferencia de las verduras, que incluyen otras partes comestibles de la planta como las hojas, los tallos y las raíces, la calabaza se desarrolla de una manera que encaja más en el mundo de las frutas.
Sin embargo, su sabor suave y adaptable le permite funcionar en la cocina de formas muy diferentes, desde los guisos hasta los postres. Tal versatilidad podría haber contribuido a la confusión en torno a su verdadera naturaleza.
La dualidad de la calabaza: entre ciencia y tradición
Al ser parte de la familia de las Cucurbitáceas, la calabaza comparte linaje con otros alimentos ambiguos como el pepino, el melón y el calabacín, todos clasificados como frutas. A pesar de esto, en muchas culturas la calabaza se cocina como verdura, lo cual plantea un dilema interesante sobre la forma en que categorizamos los alimentos.
Este fenómeno no solo desafía las clasificaciones culinarias, sino que también hace de la calabaza un símbolo de cómo la ciencia y las tradiciones pueden encontrarse y generar interpretaciones distintas. En Estados Unidos, por ejemplo, la calabaza es sinónimo de otoño y su rol en festividades como Halloween la ubican fuertemente en la cultura popular..
El papel de la calabaza en la alimentación
La calabaza estuvo presente en la dieta de civilizaciones antiguas. desde los pueblos originarios de América hasta hoy en día, en la cocina globalizada. Su versatilidad y valor nutricional —alta en fibra, vitaminas A y C, potasio y antioxidantes— la convirtieron en un alimento esencial, sobre todo en estaciones frías donde se buscan platos reconfortantes y nutritivos.
Además, este fruto se adapta a los sabores dulces y salados, ya que es habitual encontrarla en guisos y sopas, así como en tartas, purés, pasteles y dulces. Este factor multifacético, que podría haber reforzado su clasificación errónea como verdura, la convierte en una "fruta disfrazada" en múltiples preparaciones, sirviendo tanto de alimento básico como de postre sofisticado.
Un alimento con historia y cultura
La calabaza se cultiva desde hace más de 7.000 años y es originaria de América del Norte: allí las tribus nativas -como los iroqueses y los navajos- la utilizaban como alimento y en rituales espirituales. Con el tiempo, su simbolismo se expandió y quedó asociada con el otoño y la abundancia, especialmente tras la llegada de los colonos europeos, quienes la adoptaron como un símbolo de prosperidad.
Su importancia creció cuando se la introdujo en la festividad de Halloween, que originalmente se celebraba con nabos en Irlanda y Escocia. En América, sin embargo, la calabaza reemplazó al nabo debido a su tamaño y facilidad para ser tallada, convirtiéndose en un ícono del Halloween moderno y en un símbolo de cosechas y de prosperidad.
¿Verdura o fruta? El veredicto de la ciencia
Botánicamente, la calabaza es una fruta ya que la definición científica es clara: si proviene del ovario de una planta y contiene semillas, pertenece a la categoría de frutas, como el tomate o el aguacate. Esto se debe a que el sistema de clasificación de la botánica se basa en la estructura reproductiva de la planta, mientras que las clasificaciones culinarias suelen estar más relacionadas con el sabor y la forma en que los alimentos se preparan y consumen.
Pero aquí surge una nueva curiosidad: si bien es una fruta desde un punto de vista botánico, la calabaza se presenta culinariamente como una verdura, ya que se suele cocinar de manera similar a otras verduras y tiene un sabor menos dulce que la mayoría de las frutas. Esta dualidad es la que mantiene la confusión y permitió que la calabaza exista en ambas categorías según el contexto en que se analice.
Más allá de las etiquetas, la calabaza tiene su legado
A pesar de la sorpresa que pueda causar descubrir que la calabaza no es una verdura en términos científicos, su popularidad y versatilidad en la cocina mundial la consolidaron como un elemento esencial en la alimentación, más allá de su clasificación botánica. Este fruto tan ambiguo, que reúne características de ambos mundos, refleja cómo la naturaleza y la ciencia pueden coexistir en armonía con las costumbres humanas.