¿Por qué algunos expertos en huracanes desean que haya invasiones de polvo sahariano en el Atlántico?

El polvo sahariano, transportado hacia el Atlántico desde el desierto del Sahara, ejerce un impacto significativo en el clima, la salud humana e incluso los huracanes. Te contamos cómo y el por qué hay que estar atentos este verano.

Polvo del Sahara
Desde África, la calima viaja miles de kilómetros, cruzando el Atlántico y llegando hasta el Caribe y las costas del sur de Florida.

Cada año, más de cien millones de toneladas de polvo mineral es arrastrado desde el desierto del Sahara, considerado el más cálido del mundo, hacia América Central, atravesando nuestro vasto Océano Atlántico.

Este fenómeno, ampliamente conocido como calima, contribuye significativamente a la fertilización del océano, transportando valiosos nutrientes que enriquecen las aguas y sustentan la vida marina y además, juega un papel crucial en la formación de huracanes.

Influencia de la calima en los huracanes: cizalladura y temperatura

La calima ejerce un impacto directo en la formación de huracanes. Durante los meses de junio y julio, las partículas de polvo sahariano generan condiciones que aumentan la cizalladura del viento, un factor crucial que puede debilitar e incluso inhibir el desarrollo de tormentas tropicales.

La calima pueden mitigar el potencial de formación y fortalecimiento de huracanes en el Atlántico tropical.

Además de esta influencia en la cizalladura del viento, el polvo actúa como un escudo solar al atrapar el calor que, de lo contrario, calentaría el océano. Este efecto contribuye a mantener las temperaturas del mar más bajas durante los meses de verano, lo que a su vez reduce las condiciones propicias para el desarrollo de ciclones tropicales.

Venimos de un año inusual

En 2023 algo sorprendente ocurrió: la cantidad de polvo sahariano fue la más baja registrada desde 2002, cuando los satélites comenzaron a monitorear estas partículas.

Si en 2024 el polvo vuelve a niveles normales, podríamos ver una disminución en la intensidad de las tormentas. Por el momento, se prevé una temporada de huracanes muy activa en el Atlántico.

Normalmente, los brotes de polvo alcanzan su punto máximo en junio y julio, pero el año pasado, con alguna excepción, las arenas de África se quedaron prácticamente en casa. Esta disminución significó que las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico se elevaron más rápidamente, ya que no había polvo para bloquear la luz solar y enfriar el océano.

¿Qué podemos esperar de este verano?

Hasta ahora, en 2024, los niveles de polvo sahariano han sido bastante normales, situándose en el promedio histórico y por encima de los niveles de 2023. Aunque aún no hemos alcanzado el periodo más activo de la calima, que empieza en junio, todo parece indicar que podríamos ver un regreso a los patrones habituales.

Según el ECMWF se espera una salida de aerosoles desde África hacia la cuenca Atlántica a finales de la próxima semana.

Y, entonces, los huracanes...

Hasta el momento, el Atlántico tropical ha permanecido relativamente tranquilo. Sin embargo, los modelos meteorológicos europeos señalan la posibilidad de que se forme un sistema tropical en el Golfo de México hacia finales de la próxima semana.

Además, a medida que nos adentramos en la temporada alta de huracanes, cualquier cambio en los patrones de polvo sahariano podría influir en la actividad tropical. Por lo tanto, es fundamental mantenerse informado sobre las condiciones meteorológicas y tomar precauciones adecuadas ante cualquier desarrollo potencial de tormentas tropicales.