¿Por qué, cuándo y cómo hay que trasplantar las plantas?
Uno de los cuidados que tenemos que proporcionarles a nuestras plantas en maceta es el trasplante, ya que con el tiempo se desarrollan tanto que terminan por gastar todos los nutrientes del sustrato.
El trasplante es uno de los cuidados esenciales que debemos ofrecer a nuestras plantas en maceta. A medida que crecen, sus raíces consumen los nutrientes del sustrato, lo que puede afectar su desarrollo si no se les proporciona un espacio adecuado para seguir prosperando.
Por eso, si alguna vez te has preguntado por qué es necesario trasplantar las plantas, hay varias razones importantes para hacerlo. Este proceso favorece un mejor aprovechamiento de los recursos, como el ahorro en costes y un uso más eficiente de las semillas. También promueve un crecimiento más homogéneo, una floración más rápida y un adelanto en la producción de frutos o flores.
Para que las plantas puedan desarrollarse de manera óptima, es fundamental que sus raíces y tallos cuenten con el espacio suficiente. Si las raíces no pueden expandirse libremente, su crecimiento se verá limitado, independientemente de su potencial genético. Esto no sólo detiene su desarrollo, también debilita su salud, poniendo en riesgo su supervivencia. De hecho, sin el trasplante, la planta podría llegar a morir.
¿Cuándo hay que trasplantar una planta?
Determinar el momento adecuado para trasplantar una planta es una inquietud común entre los aficionados a la jardinería. Y no es de extrañar, ya que el proceso de trasplante puede causar un estrés significativo que, en algunos casos, compromete la salud de las plantas. Este fenómeno se conoce como "shock por trasplante", y suele ocurrir cuando el procedimiento no se lleva a cabo de manera correcta.
El periodo ideal para realizar el trasplante es durante la primavera, una vez que las temperaturas frías y el riesgo de heladas hayan quedado atrás. No obstante, es importante hacer una excepción con las plantas tropicales de interior. Estas especies, que provienen de climas cálidos, suelen reiniciar su crecimiento más tarde, alrededor de mayo o junio en el hemisferio norte, especialmente cuando se encuentran en zonas de clima templado.
En cuanto al momento ideal del día para trasplantar, lo más recomendable es hacerlo a primeras horas de la mañana, antes de que el sol esté en su punto más fuerte, o bien al caer la tarde, cuando las temperaturas comienzan a descender. Esto permite que la planta se aclimate mejor a su nuevo entorno sin estar expuesta a la intensidad del sol, lo que podría estresarla durante el proceso de adaptación.
¿Cómo saber si necesitan trasplantarse?
A la hora de saber si tus plantas necesitan ser trasplantadas, hay que tener en cuenta las siguientes indicaciones.
- Las raíces sobresalen por los orificios de drenaje.
- La planta ha dejado de desarrollarse.
- Sus hojas presentan un aspecto deteriorado, con puntas que se tornan amarillas o marrones.
- Después de la primera floración, no ha vuelto a producir flores.
- No ha sido trasplantada desde el momento de su compra.
¿Cómo hay que trasplantar una planta?
Veamos cuáles son las pautas a tener en cuenta para trasplantar tus plantas sin que mueran en el intento.
- Lo primero es no olvidar la regla general y más evidente: trasplantar progresivamente a una maceta de mayor tamaño.
- Retira con cuidado el cepellón de la maceta. Si la maceta es de plástico, puedes presionar suavemente los laterales para aflojar la tierra y facilitar su extracción. Sujeta la parte superior del cepellón con una mano, gira la maceta lentamente y el cepellón debería salir con facilidad.
- Una vez que lo hayas extraído, afloja suavemente las raíces entrelazadas y corta aquellas que estén secas o podridas, las reconocerás por su aspecto oscuro y quebradizo. No te preocupes demasiado por tocar las raíces. Aunque parezcan delicadas, son bastante resistentes y tolerarán la manipulación sin problemas.
- Coloca una capa de sustrato nuevo en el fondo de la maceta más grande. Sitúa la planta encima y añade gradualmente más sustrato hasta cubrir completamente las raíces. Es importante compactar ligeramente la tierra para que las raíces hagan contacto directo con el nuevo sustrato y evitar la formación de espacios vacíos. Al terminar, realiza un primer riego para comprobar que el agua drena adecuadamente. Si notas que el drenaje es insuficiente, puedes poner una capa de arlita o arcilla expandida en la base de la maceta para facilitar la salida del exceso de agua sin obstrucciones.