Sismo en Marruecos: el riesgo de epidemias, las lluvias y el frío aumentarían el caos
A diez días del mortal terremoto de Marruecos, el caos y el terror siguen siendo protagonistas. Los rescatistas aceleran al máximo para concretar sus trabajos, antes de que las lluvias aliente a las epidemias, y luego el frío empeore el escenario.
El pasado viernes 8 de septiembre en la provincia de Al Haouz, Marruecos, a las 23.11 (hora local) un terremoto de magnitud 6.8 (fuerte) con epicentro en la cordillera del Alto Atlas, a unos 72 kilómetros al sudoeste de Marrakech, hizo temblar a la ciudad de unos 840 mil habitantes.
El hipocentro fue a 18,5 kilómetros de profundidad (no muy profundo), como consecuencia muchos pueblos y aldeas de montaña han quedado totalmente devastados. Varias ciudades marroquíes como: Casablanca, Agadir, Essaouira y Rabat sintieron el temblor, incluso en los países cercanos de Argelia y Portugal.
Al menos 380 mil personas se vieron gravemente afectadas. El caos y la destrucción fue (y continúa siendo) muy impactante. Los muertos se cuentan de a millas, la última cifra oficial actualizada al 14 de septiembre cuenta 2946 muertos y 5674 personas heridas. Este todavía no es un recuento exacto, ya que la búsqueda y recuperación están en curso.
El epicentro, Al-Haouz, registró más de la mitad de las muertes, y un elevado número también se produjo en la provincia de Taroudant. En Marrakech también se registraron fallecidos pero en una cifra mucho menor, mientras que en Tafeghaghte (aldea a unos 56 kilómetros al sudoeste) más de la mitad de los 160 residentes murieron. En Douzrou, un remoto pueblo de montaña, al menos 100 de los mil residentes perdieron la vida.
El número de muertos y heridos probablemente aumentará esta semana a medida que los equipos de respuesta y rescate accedan a las aldeas rurales. Hay un llamado a la donación de sangre y los ciudadanos han acudido en gran número, afirman desde Disaster Philanthropy.
El bloqueo de rutas por los derrumbes y el corte de las telecomunicaciones dificultan seriamente el rescate de los que no pudieron escapar. Se cree que centenares se encuentran aislados, con heridas y prácticamente a la intemperie esperando ayuda. Las autoridades afirman que particularmente el epicentro ocurrió en una zona predominantemente rural y montañosa con bajo poder adquisitivo.
Réplicas, lluvia, riesgo de epidemias y frío
Posterior al terremoto mayor se registraron varias réplicas, la más intensa fue de 5.9 y se destaca otra de magnitud 4.6 ocurrida en la madrugada del jueves 14 de septiembre. El pánico en la cordillera del Atlas marroquí y sus alrededores se incrementó ese día. En plenas labores de remoción de escombros para intentar encontrar personas con vida bajo los bloques de adobe, tuvieron que detener las actividades de socorro y rescate por este nuevo temblor.
Nuevos e impredecibles movimientos de tierra podrían terminar de derribar aquellas residencias que quedaron fracturadas e inestables, habitadas por muchas familias que se reúsan a dejar sus hogares, aunque estén en serio peligro.
Además, existen otras dos amenazas y son de tipo meteorológico. Los rescatistas y autoridades se afligen al pensar en que las bajas temperaturas y la llegada de las lluvias podrían empeorar muchísimo el panorama.
La temporada de lluvias para esa zona va de octubre a mayo, siendo julio el mes más seco en pleno verano. Septiembre mantiene precipitación media baja, cercana a 10 mm, mientras que para octubre se nota el crecimiento y ya supera los 25 mm. Sin embargo, aunque las lluvias no resultan intensas, si logran humedecer las ruinas eso bastará para fundirlas (por que en su mayoría son de adobe) y al mezclarse con el agua dejarán una superficie difícil para los trabajos de auxilio.
Además, las lluvias pueden arrastras y terminar por desprender aquellas zonas inestables de las laderas de montañas, generando más desprendimientos mortales.
Las autoridades especializadas en salvamento explican que, la lluvia podría compactar todos los materiales de los escombros y hacer aún más difícil, tanto el rescate como el retiro los cuerpos atrapados que se siguen descomponiendo, y esto puede resultar en epidemias, sobre todos mientras las temperaturas durante este mes sigan estando cerca o por sobre los 30 °C.
Sin embargo, el paso de algunos frentes fríos a esta altura del año ya provocan el descenso de las temperaturas mínimas a valores nocturnos y matinales muy frescos. Esa es la segunda problemática que tienen que afrontar todos los damnificados, lamentablemente miles están sin techo y durmiendo en las calles a raíz del terremoto, o en carpas a la intemperie, sin las medidas de higiene, seguridad y cuidado necesarias. Después de afrontar semejante desastre, que incluye la pérdida de todo lo material y sobre todo de sus familias y seres queridos, la vida para los sobrevivientes del terremoto se ha vuelto muy cuenta arriba.
Terremotos: cómo se pueden evitar las muertes
En 1960 en la ciudad de Agadir un terremoto dejó un saldo fatal de 12 mil personas, y aunque los sismos no son muy frecuentes en esa región desde entonces existen códigos de construcción mejorados. De todas formas, las casas rurales no siempre siguen estas pautas, y esto quedó en evidencia con el terremoto del pasado 8 de septiembre.
Wendy Bohon, destacada geóloga, declaró a The Washington Post que: “Los terremotos no matan a la gente, los edificios lo hacen”. Haciendo referencia a la falta de medidas de seguridad, prevención y control para la construcción en zonas sísmicas.
Los geólogos consultados aseguran que este terremoto ocurrió en la Placa Africana, a unos 547 kilómetros del límite entre la Placa Africana-Euroasiática muy activa. Los sismos en la intersección de estas placas tienden a ser con hipocentro poco profundo, lo que los vuelve mucho más peligrosos.