El asteroide 2024 YR4 tiene el tamaño de un edificio de 15 plantas y amenaza con impactar contra la Luna en 2032

Gracias a las observaciones del telescopio James Webb, sabemos que el asteroide 2024 YR4 tiene un diámetro de unos 60 metros, el tamaño de un edificio de 15 plantas. El riesgo de impacto con la Luna en 2032 sigue siendo importante.

2024 YR4
El asteroide 2024 YR4, ahora clasificado como inofensivo para la Tierra, sigue siendo un riesgo potencial para la Luna.

Cuando el 27 de diciembre de 2024 se descubrió el asteroide 2024 YR4 y, gracias también a observaciones posteriores, se supo que podía ser un peligro potencial para la Tierra, la primera pregunta que surgió fue, naturalmente, la de sus dimensiones, ¿cómo de grande y, por tanto, cómo de peligroso podía ser este asteroide?

Cuando el brillo puede ser engañoso

Los asteroides son visibles, o al menos se hacen visibles, porque al ser iluminados por el Sol su superficie refleja su luz (la misma razón por la que también son visibles los planetas). Cuanto mayor sea el tamaño del asteroide y, por tanto, mayor sea su superficie reflectante, más brillante aparecerá.

Una vez determinada la distancia a la que se encuentra el asteroide (trazando su órbita), se puede hacer una estimación de su tamaño a partir de su brillo. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas.

Los asteroides son rocas cuya superficie puede ser más o menos oscura y, en consecuencia, reflejan la luz solar que los ilumina con mayor o menor eficacia.

Para ejemplificarlo, piensa en un coche blanco a la luz del sol. Éste refleja muy bien la luz solar: absorbe poco y refleja mucho. En cambio, un coche de color oscuro absorbe mucha luz y refleja poca.

Esta diferencia de reflectividad se denomina albedo. Un asteroide con un albedo alto, es decir, una superficie clara, refleja mucha luz y parece brillante. Un asteroide con un albedo bajo, es decir, una superficie oscura, refleja poca luz y, por tanto, parece apagado.

Albedo
Tres asteroides de diferentes tamaños se comparan en el visible (donde aparecen con el mismo brillo) y en el infrarrojo, donde el brillo refleja fielmente el tamaño real. Crédito: NASA/JPL-Caltech.

Así, el brillo de un asteroide no sólo depende de su tamaño, sino también de su albedo. Esto plantea dificultades a la hora de estimar su tamaño. Cuando se descubrió el asteroide 2024 YR4, el desconocimiento de su albedo impidió calcular con precisión su tamaño.

Un asteroide muy grande con una superficie oscura (albedo bajo) puede confundirse con un asteroide muy pequeño con una superficie clara (albedo bajo).

Esta dependencia del brillo respecto al albedo es acusada en el visible, mientras que es marginal en el infrarrojo. El brillo de un asteroide en el infrarrojo sólo está relacionado con su tamaño. Por esta razón, se tomaron medidas para observar 2024 YR4 con el telescopio infrarrojo James Webb.

Las observaciones del 8 de marzo se realizaron con la cámara infrarroja NIRCam, que midió su luz reflejada, y con el espectrógrafo NIRI, que midió su emisión térmica. Esta información, combinada con observaciones anteriores en el visible, permitió determinar que 2024 YR4 tiene un diámetro de unos 60 metros, equivalente al de un edificio de 15 plantas.

Se descubrió que sus propiedades eran diferentes de las de la familia de asteroides más grandes, probablemente como resultado de la rápida rotación y la ausencia de arena fina en su superficie, compuesta más bien por rocas del tamaño de un puño o más grandes.

Las consecuencias para la Luna

Si la probabilidad de un impacto con la Tierra en la próxima aproximación en 2032 es casi nula, la probabilidad de un impacto con la Luna ha aumentado de un 1,7% estimado en febrero a un 3,8% según los últimos cálculos.

2024 YR4
Región del cielo apuntada por el James Webb en la que el asteroide 2024 YR4 es visible en la zona ampliada de la derecha. Crédito: NASA, ESA, CSA, STScI, Andy Rivkin (APL).

Dado su tamaño, un posible impacto con la Luna no es preocupante. Queda absolutamente descartada la posibilidad de que el impacto altere lo más mínimo la órbita de la Luna.

Al contrario. Un impacto con la Luna sería una oportunidad única para los científicos. En efecto, la naturaleza ofrecería un experimento real en el que el asteroide como proyectil permitiría estudiar en directo las consecuencias de su impacto.

La Luna ha sufrido y sigue sufriendo impactos que han craterizado su superficie a lo largo de su vida. Sin embargo, en 2032 podríamos ser testigos de un impacto en tiempo real.