“Atractivo inferido”: cómo las hembras imitan la elección de pareja sexual, según un nuevo estudio
Un estudio introduce un nuevo enfoque a la pregunta de cuánto hay de natural y cuánto de aprendido en la elección de parejas sexuales, y cómo esto influye en la distribución de rasgos dentro de una especie.
¿Por qué nos atraen algunas personas más que otras? La preferencia por ciertos individuos y la elección de parejas sexuales es uno de los temas más fascinantes de la naturaleza -tanto animal como humana- por sus enormes implicancias en la evolución de las especies y en las características de los individuos que las integran.
La mayoría de las teorías han apuntado a que la elección de las parejas se relaciona con ciertos rasgos físicos, que a su vez se asocian a una mejor genética para garantizar una descendencia sana.
Estas ideas, sin embargo, dejan varios cabos sueltos. Por ejemplo, por qué los animales prefieren a las parejas que prefieren y por qué los individuos dentro de una misma especie pueden tener diferentes preferencias al momento de elegir pareja.
Ahora una investigación de la Universidad Estatal de Florida, que se publicó en PLOS Biology, propone un modelo para explicar por qué las preferencias cambian y cómo se mantiene la variación en los rasgos masculinos. También ayuda a explicar por qué algunos animales pueden preferir diferentes parejas en diferentes situaciones.
El estudio se enfocó en cómo las hembras seleccionan a los machos para el apareamiento, y sugiere ideas reveladoras: “planteamos la hipótesis de un nuevo proceso de elección de pareja basado en el aprendizaje social dependiente del contexto y modelamos sus efectos a lo largo del tiempo ”, dice el estudio.
Según este modelo, las hembras jóvenes aprenden de la elección de pareja de las hembras más experimentadas, y eligen individuos de rasgos inusuales similares.
Así, por ejemplo, si una hembra ve a otra más experimentada con un macho con un rasgo poco común, por ejemplo una cola larga, posiblemente busque una pareja de cola larga también. A este modelo lo han denominado atractivo inferido.
“Las hembras adquieren preferencias de apareamiento observando las elecciones de las demás y utilizan información dependiente del contexto para inferir qué rasgos son atractivos. Aprenden a preferir la característica de un macho elegido que más lo distingue de otros machos disponibles”, sostiene el estudio.
Sin embargo, si esto fuera sencillamente así, las colas largas, que al inicio fueron características destacadas o inusuales, se volverían más comunes y dominantes, reduciendo la variación y la divergencia de rasgos dentro de una misma especie.
Esto se conoce como la paradoja de Lek: si un macho con rasgos poco comunes tiene mucho éxito reproductivo, y por lo tanto, mucha descendencia, su patrón se volverá común y menos especial en la siguiente generación, y el éxito reproductivo de sus descendientes caerá.
¿Un error de aprendizaje?
El estudio de DuVal introduce una nueva manera de explicar las variaciones dentro de una misma especie o entre sus generaciones o contextos.
Una hembra experimentada elige un macho por su cola larga. Pero este macho tiene, entre sus otros rasgos, un plumaje más rojo. La hembra observadora e inexperta puede inferir que la elección de la experimentada responde al plumaje rojo, y, en consecuencia elegir un macho de plumaje rojo como pareja sexual.
“A medida que el rasgo distintivo original se vuelve más común, coexiste con otros rasgos variables, que son objetivos alternativos de preferencia. Los nuevos observadores pueden entonces inferir (erróneamente) que un hombre atractivo, elegido por el rasgo originalmente aprendido, es preferido por un rasgo diferente y más obviamente distintivo. Luego adquirieron rápidamente preferencias diferentes a las de las hembras anteriores”, explica el estudio.
Esta inferencia errónea en los aprendizajes y las preferencias es lo que podría explicar la variación de características dentro de las poblaciones de una misma especie a lo largo del tiempo y los contextos.
Para evaluar la hipótesis, DuVal y su equipo desarrollaron un modelo matemático y simularon la evolución de una especie siguiendo el aprendizaje inferido, durante 100 generaciones descendientes. Encontraron patrones que coincidían con los comportamientos observados en la naturaleza.
“El atractivo inferido es un modelo que ubica al cerebro femenino como el agente selectivo central, incluye aspectos novedosos y dinámicos de la selección sexual y reconcilia las inconsistencias entre la teoría de la elección de pareja y el comportamiento observado”, dice el estudio.
“La investigación arroja luz sobre la intrincada interacción entre los rasgos masculinos y las preferencias femeninas y muestra que la elección de pareja no es un simple proceso de herencia genética sino un fenómeno dinámico y socialmente influenciado”, sostuvo DuVal.