Guam: la isla invadida por serpientes y arañas, escenario de una debacle ecológica
La isla del Pacífico que se convirtió en un laboratorio evolutivo donde serpientes y arañas prosperan, mientras los bosques se desmoronan.
Sin pájaros, y repleta de serpientes y laberintos de telarañas. Así es el escalofriante paisaje de Guam, una pequeña isla en el corazón del Pacífico occidental, que hoy enfrenta un desequilibrio ecológico inédito.
Hace unas décadas, Guam, un territorio de 500 km2 que pertenece a Estados Unidos, era un paraíso de exuberantes bosques de piedra caliza, hogar de 12 especies de aves endémicas, que desempeñaban un papel crucial en la dispersión de semillas y control de insectos.
Pero algo cambió a partir de la década de 1940. La llegada de la serpiente arbórea marrón, una especie invasora introducida accidentalmente, desencadenó una hecatombe en el ecosistema local, que hoy es completamente diferente.
Se cree que la serpiente llegó a la isla infiltrada en barcos de carga. Una vez allí, no encontró depredadores, por lo que tuvo vía libre para prosperar y ejercer su imperio.
Este reptil escamoso, de entre 1 y 2 metros de longitud, despliega estrategias únicas para la caza. Puede trepar los árboles más altos en busca de alimento, y es capaz de consumir presas de hasta el 70 % de su peso corporal. Ingiere ratas, musarañas, lagartijas e incluso los restos de comida que dejan los humanos.
Los pájaros quedaron indefensos ante el depredador y hoy 10 de las 12 especies de aves ya están extintas. Las que sobreviven, lo hacen en áreas inaccesibles o urbanas.
Arañas en auge y bosques en retirada
Pero el impacto sobre la fauna isleña no terminó ahí. La desaparición progresiva de las aves también trajo consecuencias en el bosque. Sin pájaros que se alimenten de insectos, la población de arañas ha explotado, y hoy es 40 veces mayor que en las islas vecinas. Los científicos han calculado que podría haber entre 500 y 700 millones de arañas en Guam.
Las arañas no sólo prosperan, sino que han desarrollado comportamientos únicos, como construir "telarañas condominio", donde múltiples individuos conviven en una misma estructura.
Entre las especies predominantes están las arañas bananeras, cuyas telarañas en Guam son un 50 % más grandes que en otros lugares. Pero también hay arañas cangrejo cazadoras, que tienen la dimensión de una mano, y arañas de tela de tienda. Todas conviven en enormes “condominios de telarañas”, según las describen los científicos.
Además, este efecto dominó pone en riesgo a todo el bosque. Los científicos creen que un 70 % de los árboles dependían del aparato digestivo de las aves para diseminar sus semillas. Sin pájaros, ahora caen directamente al suelo y no logran germinar. Esto amenaza la regeneración de los bosques y podría causar la desaparición de árboles nativos.
Por todo esto, Guam se ha convertido en un "laboratorio evolutivo", donde los científicos estudian en tiempo real los impactos de introducir una especie invasora.
Durante los últimos años, conservacionistas y autoridades desplegaron todo tipo de estrategias para erradicar a la serpiente arbórea marrón, desde trampas y venenos hasta cebos con acetaminofén. Pero la restauración parece imposible. Las serpientes y arañas siguen prosperando, y el bosque sigue en declive.
Sin soluciones efectivas a la vista, el panorama natural de Guam parece irreversible y se convierte en un caso testigo del impacto que puede generar la introducción de una especie en un ecosistema distinto.