Los cadáveres del Everest: los cuerpos que quedan a la vista y son puntos referencia para los alpinistas
El trayecto a la cima de la montaña más alta del mundo es un recordatorio espeluznante de que la muerte acecha en cada paso de la aventura.
Con sus 8849 m de altura y sus temperaturas extremas de hasta -60 °C, el Monte Everest es uno de los lugares más extremos del planeta y unos de los mayores desafíos para los amantes de la aventura.
Cada año, centenares de alpinistas se lanzan a conquistar la cima. Esta odisea incluye atravesar glaciares, grietas, y cascadas de hielo. Y hacerlo con vientos extremos, la amenaza de avalanchas, el peligro de sufrir mal de altura por la baja presión y la falta de oxígeno, y el riesgo constante de morir congelado.
Muchos no lo logran. Desde el inicio del siglo XX, al menos 322 alpinistas murieron en el intento. La mitad de los cuerpos nunca se encontraron. Otros aparecieron como resultado del derretimiento de la nieve y el hielo. Los cuerpos se retiran sólo si es posible realizar las tareas de rescate, algo que, se calcula, es posible en un 1 % de los casos.
Por eso, entre 40 y 50 cadáveres permanecen allí donde murieron e incluso se han convertido en puntos de referencia para los alpinistas en las rutas de ascenso o descenso. Los cuerpos son un recordatorio espeluznante de los peligros que implica esa aventura.
Cadáveres tristemente célebres
“Botas Verdes” es el cuerpo más famoso. Se trata del cuerpo del indio alpinista Tsewang Paljor, que falleció allí en 1996, a los 28 años de edad. Una tormenta en la llamada “zona de la muerte”, por encima de los 7900 metros, acabó con su vida. Cualquier persona que se aproxime a la cima se encontrará con su cuerpo y sus botas verdes estridentes asomando desde la entrada de una cueva.
Cerca de “botas verdes”, en 2006 murió el inglés David Sharp. Su caso generó muchísima polémica. Sharp se encontraba en estado crítico y varios alpinistas pasaron por el lugar y no lo asistieron, debido al riesgo que implicaba hacerlo.
Una expedición intentó ayudarlo brindándole oxígeno, pero finalmente debieron abandonarlo. Las cámaras de los miembros del grupo registraron las últimas palabras del hombre agónico: "Mi nombre es David Sharp y estoy con Asian Trekking. Tengo mucho sueño".
Su cadáver estuvo durante un año junto a "Botas verdes" hasta que fue recuperado y sepultado. Este incidente abrió el debate sobre la ética en las situaciones de emergencia.
“El saludador” es también uno de los cuerpos más famosos y de los primeros en el camino de ascenso a la cima. Se desconoce su identidad y debe su apodo a la posición en que quedaron sus brazos. Se encuentra allí desde 1997.
“La Bella Durmiente” era el apodo del cuerpo de Francys Arsentiev, la primera mujer estadounidense que llegó a la cima del Everest sin oxígeno. Ella y su esposo consiguieron la meta el 22 de mayo de 1998, pero durante el descenso, por la oscuridad de la noche y el clima hostil, se separaron.
Ella falleció luego de agonizar varios días en la nieve. Su marido, Sergei, desapareció en el intento de encontrarla. El cuerpo de Francys estuvo visible hasta mayo de 2007, en que se realizó una expedición que dejó caer el cuerpo hacia el interior de la montaña, para sacarlo de la vista.
Turismo en el Everest, un problema en aumento
El promedio de muertes anuales viene en aumento en la última década. En 2014, una avalancha acabó con la vida de 16 sherpas locales en la cascada de hielo de Khumbú. En 2015 murieron 19 personas. Y, posiblemente, 2023 marque un récord histórico, ya que hasta julio se habían registrado 17 muertes.
El patrón de turismo ha cambiado y cada vez más escaladores con poca experiencia se lanzan a la aventura. A la vez, el gobierno de Nepal otorga cada vez más permisos anuales, ya que representan un ingreso importante para la economía local. Y los precios de las expediciones han bajado de 50 a 30 mil dólares.
El resultado es un aumento de la presencia humana, lo que aumenta el riesgo de accidentes y por supuesto, el impacto ambiental. En 2019 se registraron verdaderos “embotellamientos” de alpinistas en algunas zonas del trayecto.
Otra consecuencia es la cantidad de basura plástica que queda tirada en diferentes lugares de la montaña. Se organizan expediciones especiales “de limpieza”, para recoger basura y cadáveres.