Expertos explican los peligros de apostarlo todo a Ozempic: combatir la obesidad requiere algo más que medicamentos
La semaglutida es un medicamento antidiabético que se usa para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y casi de manera inmediata se popularizó su uso para bajar de peso.

Desde el año pasado las personas con diabetes sufrieron un desabasto importante de uno de los nuevos medicamentos para controlar la enfermedad y todo porque se viralizó en redes sociales que este fármaco ayudaba también a bajar de peso al inhibir el hambre en las personas que lo utilizaban. La medicina es la semaglutida de nombre comercial Ozempic.
La semaglutida es un medicamento antidiabético que se usa para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y casi de manera inmediata se popularizó su uso para bajar de peso. La semaglutida estimula la liberación de insulina por el páncreas, una hormona crucial para reducir los niveles de glucosa en la sangre.
Este medicamento también inhibe la producción de glucagón, una hormona que promueve la liberación de carbohidratos almacenados en el hígado y la síntesis de nueva glucosa, contribuyendo así a la regulación de los niveles de glucosa en la sangre.
Y también ayuda a reducir la necesidad de ingerir alimentos al disminuir el hambre y ralentizar la digestión en el estómago, lo que ayuda a reducir la grasa corporal.

Por cierto ante este éxito del Ozempic, surgieron versiones pirata o falsas y la FDA advirtió sobre la circulación de este fármaco ante la gran demanda. Según informó la agencia, cientos de unidades de este producto fueron identificadas que fueron falsificadas en el mercado estadounidense y también en países como México se emitió una alerta por la misma circunstancia.
Un fármaco que puede ser peligroso
Pero ahora hablemos de que esta medicina se comenzó a utilizar para bajar de peso con buenos resultados, sin embargo, en los casos en que no se toma en cuenta la dieta y el ejercicio este fármaco es contraproducente y además de provocar una carencia del mismo para personas con diabetes.
Según la Organización Mundial de la Salud toda actividad cuenta y entre más mejor. Para mejorar la salud y el bienestar, la OMS recomienda al menos entre 150 y 300 minutos de actividad aeróbica moderada a la semana (o el equivalente en actividad vigorosa) para todos los adultos, y una media de 60 minutos de actividad física aeróbica moderada al día para niños y adolescentes.
Las presente directrices mundiales ayudan a los países a elaborar políticas sanitarias nacionales de base científica y apoyan la aplicación del Plan de acción mundial de la OMS sobre actividad física 2018-2030. La actividad física también es beneficiosa para la salud mental, ya que previene el deterioro cognitivo y los síntomas de la depresión y la ansiedad; además, puede ayudar a mantener un peso saludable y contribuye al bienestar general.
Bajar de peso sin magia
Los especialistas recomiendan una combinación de varias acciones para combatir el sobrepeso y la obesidad y no sólo apoyarse en una, que es la medicina. La obesidad es una enfermedad compleja, multifactorial y en la región de las Américas es de alta incidencia por lo que su combate también debe ser multidisciplinario.
Ya se ha comprobado que quien usa estos tratamientos sin supervisión médica y sin complementar con el ejercicio y la dieta tiene efectos adversos. La actividad física regular es un importante factor de protección para la prevención y el tratamiento de enfermedades no transmisibles (ENT) como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 y varios tipos de cáncer.
Uno de los más importantes es que casi el 30 por ciento del peso perdido es masa magra, esto significa que pierde mucha musculatura, no solo masa grasa que tiene que ser contrarrestado con un buen programa de entrenamiento físico no sólo para quemar grasa o no sólo el conteo de carbohidratos sino para fortalecer y hacer masa muscular.