La mayor concentración de estrellas masivas jamás observada se ha encontrado en la galaxia del Triángulo
En la galaxia del Triángulo, los astrónomos encuentran una región donde recientemente han nacido casi 200 estrellas masivas. Tales concentraciones nunca antes se habían visto en ningún otro lugar, ni siquiera en nuestra galaxia.
Cuanto más masivas son, más corta es su vida útil. Este es el destino de las estrellas. De hecho, si estrellas como el Sol o más pequeñas tardan miles de millones de años en evolucionar y alcanzar la etapa final de su existencia, las estrellas masivas literalmente arden a través de etapas evolutivas, muriendo en sólo cientos o decenas de miles de años, en lugar de más de miles de millones de años. .
El tipo de muerte refleja fielmente el estilo de vida
Las estrellas de baja masa, después de una vida transcurrida lentamente, tienen lo que diríamos es una muerte pacífica. Esto se produce tras la llamada fase de gigante roja y provoca una expulsión de las capas externas que formarán una "nebulosa planetaria", dejando una "enana blanca" en el centro.
Las estrellas de gran masa, tras una vida impetuosa, tienen una muerte violenta. Éstas, tras la fase gigante, explotan violentamente como una supernova, expulsando todas las capas externas a distancias muy grandes y produciendo una estrella de neutrones o un agujero negro en el centro.
Entre los dos calibres diferentes, las estrellas de baja masa son las más numerosas tanto en nuestra galaxia como en todo el universo. Por tanto, las estrellas muy masivas son menos frecuentes.
El reciente descubrimiento con el telescopio James Webb
Imagínense la sorpresa de los astrónomos cuando, al observar una nube de formación estelar, encontraron una alta concentración de estas estrellas masivas, hasta 200.
El descubrimiento tuvo lugar en la galaxia del Triángulo, a 2,7 millones de años luz de nuestra galaxia, y exactamente en una de sus regiones de formación estelar (es decir, una región en la que están naciendo nuevas estrellas) llamada NGC 604.
Precisamente inmersas en los mantos de polvo y gas de esta región, los astrónomos han descubierto unas 200 de esas estrellas masivas, denominadas de tipo B y de tipo O, aún en las fases iniciales de su evolución. Las estrellas de tipo O pueden tener masas hasta 100 veces mayores que la del Sol. Por tanto, son estrellas muy calientes y muy brillantes, claramente visibles a distancias muy grandes.
Son estas estrellas las que, al iluminar, desde diferentes ángulos, el gas de la nebulosa que las rodea, le dan un aspecto particularmente complejo con burbujas cavernosas y filamentos de gas.
Esta concentración inusual de estrellas masivas en combinación con su proximidad hace de NGC 604 un laboratorio de astrofísica natural muy útil para estudiar las etapas iniciales de vida de estas estrellas.
Las observaciones fueron realizadas por el telescopio James Webb utilizando la cámara infrarroja NIRCam (Near-Infrared Camera) y el instrumento MIRI (Mid-Infrared Instrument), también optimizado para observaciones infrarrojas.
En la primera foto de arriba, la cámara NIRCam muestra en el color rojo del infrarrojo cercano una maraña de filamentos de gas, similares a zarcillos y mechones brillantes mezclados con áreas de un color blanco brillante (este es hidrógeno ionizado por la radiación ultravioleta emitida por estrellas masivas). Dentro de esta maraña aparecen zonas vacías, a modo de cuevas o burbujas, excavadas por la acción de los vientos emitidos por las propias estrellas. Las rayas de color naranja indican la presencia de moléculas basadas en carbono, conocidas como hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH en inglés), cuyo origen aún no se comprende bien.
La segunda fotografía tomada por el instrumento MIRI en el infrarrojo medio se ve diferente. En estas longitudes de onda, las estrellas masivas son casi invisibles, mientras que el gas y el polvo se vuelven muy brillantes.
A las imágenes visibles tomadas por el telescopio Hubble, sumamos las del infrarrojo cercano y medio tomadas por James Webb. Esta sinergia permite, no sólo para las estrellas masivas, sino para todos los objetos astronómicos, una visión cada vez más detallada de su estructura y, por tanto, una mejor comprensión de su naturaleza.