Según un estudio reciente, la Luna es más antigua de lo que se creía
Según algunos investigadores, la Luna podría haber sido sometida a “tratamientos estéticos” que la hicieron parecer más joven de lo que realmente es. Descubramos cuáles son.
En una época en la que cada vez más personas se dejan llevar por la cirugía estética, algunos investigadores parecen haber descubierto que incluso nuestro satélite sucumbiría a “unos cuantos retoques”. De hecho, parece que la corteza de la Luna es joven en comparación con la edad real del satélite.
Un equipo internacional de investigadores de la Universidad de California Santa Cruz, el Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar (MPS) y el Collège de France decidió estudiar en profundidad nuestro satélite para resolver contradicciones e inconsistencias respecto a su edad.
De hecho, las estimaciones actuales de la edad de la Luna varían en varios cientos de millones de años, oscilando entre aproximadamente 4.350 millones de años y aproximadamente 4.510 millones de años atrás.
Existen diversas contradicciones anagráficas, pero entre las más evidentes está la relativa a la naturaleza de las rocas lunares. Analizando las muestras de rocas lunares, la edad de la luna parece ser bastante joven, pero también se han encontrado algunos cristales raros de circón (silicato de circonio) que parecen ser significativamente más antiguos.
¿Cómo es esto posible?
Los investigadores han propuesto una solución para explicar esta “anomalía”, de hecho escribieron un artículo publicado recientemente en la revista Nature.
Según sus cálculos, la corteza lunar se habría vuelto a fundir tras su formación y sólo unos pocos circones lograron sobrevivir intactos a estas condiciones extremas.
Sabemos que la teoría más aceptada sobre el origen de la Luna es que se formó tras la colisión entre la Tierra y un cuerpo aproximadamente del tamaño de Marte llamado Theia.
El impacto en cuestión arrojó al espacio una gran cantidad de material que luego se fue fundiendo con el tiempo hasta formar la Luna, inicialmente caliente y cubierta por un océano de roca líquida.
A lo largo de millones de años, este nuevo cuerpo celeste se fue enfriando y alejándose progresivamente de la Tierra hasta alcanzar la órbita actual de nuestro satélite, aproximadamente a 384,400 kilómetros de nuestro planeta.
Una vez establecida esta teoría, los investigadores se centraron en el análisis relacionado con el momento en que la Luna se encontraba a aproximadamente un tercio de su distancia actual. Esto se debe a que, según ellos, durante ese período hubo numerosas variaciones en la posición y forma de la órbita lunar, por ejemplo era más elíptica por lo que la velocidad del satélite y su distancia a la Tierra variaban considerablemente durante cada órbita.
Como resultado, la Luna fue sometida a intensas fuerzas capaces de “agitarla” en su interior y calentarla considerablemente, hasta el punto de que el flujo de calor interno fue suficiente para fundir y mezclar todo el manto.
Aunque en realidad no se formó un océano de magma sobre toda la superficie de la Luna, el calor interno a lo largo de millones de años sí alcanzó cada parte de la superficie lunar, licuando gran parte de la corteza. Más precisamente, la lava caliente alcanzó en algunas zonas la superficie, mientras que en otras llegó hasta debajo de la corteza, calentando sin embargo las rocas circundantes.
Una única solución para resolver muchos problemas
Las rocas lunares, como las de la Tierra, contienen isótopos radiactivos con tiempos de desintegración conocidos, de cuyas concentraciones actuales es posible deducir la edad de las rocas. Sin embargo, cuando las rocas están calientes son capaces de intercambiar isótopos con el entorno que las rodea, por lo que este período de tiempo no se contabiliza. A partir de la concentración de isótopos, la edad de la roca solo se puede calcular desde el momento en que se enfrió y, por lo tanto, atrapó su composición, interrumpiendo cualquier intercambio.
En la práctica, el fuerte vulcanismo de la Luna en ese momento puso a cero su reloj geológico, por lo que las muestras de rocas lunares no revelan la edad real de nuestro satélite sino solo cuánto tiempo ha pasado desde que fueron calentadas por última vez.
Es siempre el vulcanismo de este periodo el que explica otras inconsistencias, como el número relativamente bajo de cráteres en la superficie lunar, los más antiguos habrían sido rellenados por lava interna que emergió en la superficie haciéndolos irreconocibles.
La diferente composición del manto lunar en comparación con el manto terrestre también se puede explicar de esta manera. En resumen, este nuevo estudio ha conseguido encontrar una justificación a muchas evidencias que hasta ahora habían dejado perplejos a los científicos.
Referencia de la noticia:
Nimmo, F., Kleine, T. & Morbidelli, A. Tidally driven remelting around 4.35 billion years ago indicates the Moon is old. Nature 636, 598–602 (2024).